La grave enfermedad de Juan
Todos, durante el transcurso de nuestra vida, experimentamos distintas etapas, experiencias, acontecimientos importantes, es decir, vivimos la vida como todo ser humano. Durante la misma, debemos tomar numerosas decisiones, en ocasiones muy elementales como el atuendo que llevarás durante la boda de tu mejor amigo o amiga, o que platillo elegir cuando te invitan a un restaurante muy elegante. Sin embargo, también existe decisiones que marcan tu vida misma, ya sean de vida o muerte para ti o alguien más, o que determinen el rumbo de tu futuro, o bien, el decidir entre dos empleos que te ofrecen, casarte, formar una familia con esa persona especial o con que médico vas a tratar esa enfermedad tan grave.
Por ejemplo, hablando de enfermedades, está el caso de Juan, un hombre de 43 años, padre de familia, con una vida no muy sana sana, viviendo en una ciudad distinta a su lugar natal, con un trabajo bien remunerado en una gran empresa; en pocas palabras, una persona que, a su juicio, vivía bien, como todos.
Un día, Juan, después de sentirse un poco mal, decidió consultar con su médico de confianza, quien a su vez era su amigo ya de años atrás, y el cual, luego de pedirle ciertos estudios y revisar sus síntomas, le dijo: “Mi querido amigo, he analizado todo lo que me has traído, te revisé físicamente y todo apunta a que tienes un problema que requiere que consultes con un especialista, ya que parece que tienes algún tipo de tumor, lo cual yo no puedo darte un diagnóstico tan específico y es necesario que lo trates de inmediato“.
Juan, un poco disgusto con las palabras de su amigo médico, le dio las gracias, le dijo que eso no podía ser cierto, que tal vez estaba equivocado con su interpretación de los resultados, que él no se sentía tan mal como para que fuera algo tan grave, que él simplemente había ido con él a consultar para que le recetara algo para ese malestar que traía. Juan no estaba preparado para escuchar esa noticia, no supo como reaccionar para poder tomar una decisión ante esa situación.
Después de unas semanas de analizarlo, decidió hablar de nuevo con el mismo médico, ahora a través de una llamada telefónica, preguntando que podría hacer, ya que suponía lo que podía venir si entraba en ese proceso de una enfermedad grave, sería perder mucho tiempo y dinero, teniendo la esperanza de que el médico le dijera lo que él quería escuchar. La respuesta de su amigo médico fue la misma que le dio en la consulta, debes acudir con un especialista profesional en ello, yo, a pesar que soy médico, no pudiera ayudarte con algo así ya que no es mi especialidad. Juan agradeció de nuevo a su médico y le dijo que lo iba a pensar.
Al final, Juan decidió acudir con otro médico, el cual tampoco era un especialista en sí de lo que pudiera ser su mal, no era oncólogo vaya, suponiendo que ese tumor fuera tal vez un cáncer aunque no estaba diagnosticado como tal, pero que su amigo médico con el que consultó la primera vez, le recomendó acudir con un especialista para descartar que lo fuera o, si lo fuera, poder estar en las manos adecuadas para poder tener un tratamiento específico para ello. Juan acudió entonces con este otro médico, con el fin de tener una segunda opinión, pensando que le podría dar mejores noticias que el primero, del cual, a pesar de tener una amistad, tuvo la duda de si había sido acertado su análisis. Para ello, Juan seguía sintiendo un poco el malestar pero en menor intensidad, por lo que pensaba que no podía ser tan malo si ya no se sentía tan mal. Este segundo médico le dijo que efectivamente, había un “bulto” anormal en su cuerpo, precisamente en la zona donde tenía el malestar, pero que no se preocupara, que era sencillo de resolver con una operación que no causaba tanto riesgo por estar alejada de algún organo vital. Juan sintió un gran alivio al tener ya la solución.
Para no hacer esta historia tan larga, después de 2 años de su operación, Juan fue diagnosticado con cáncer en otra zona de su cuerpo, cercana a donde había tenido primeramente la molestia.
¿El fin de la historia? Pueden existir varios desenlaces, los cuales dejamos a su imaginación.
Este, como muchos otros ejemplos de tomas de decisiones y situaciones que pueden definir parte de tu vida, puede ser un caso que se te presente a ti, a un familiar cercano, amigo o conocido.
Pero, ¿qué tiene que ver esto con bienes raíces?
Pues esta es también es una decisión muy importante que, en algún momento de tu vida, debes llevar a cabo.
Al igual que Juan, llegará el momento de decidir donde vas a vivir, donde vas a invertir los ahorros de tu vida, donde vas a invertir el dinero de tu compañía en un proyecto inmobiliario o de vender la casa en la que has vivido la mitad de tu vida. Tal vez no sea una decisión de vida o muerte, pero si puede ser determinante en tu futuro, una decisión de esas trascendentales para ti y tu familia.
También, como Juan, podrás apoyarte de alguien cercano, o de personas en tu entorno para decidir; tomar las sugerencias de tu esposa, amigos u otras personas que ya hayan pasado por esa etapa de comprar o vender su propiedad, o bien, alguien que diga conocer del tema aunque no sea un experto.
Pero, a diferencia de Juan, puedes decidir en apoyarte con alguien que si esté especializado en el tema, que te salvará de un futuro, tal vez no tan trágico como el de una enfermedad grave, pero que si pueden marcar el rumbo de tu vida para bien o para mal.
Desde perder dinero por una mala decisión, por una mala asesoría o un mal trato, hasta involucrarte en algún proceso legal que te hará pasar dolores de cabeza y, en el peor de los casos, desencadenar precisamente alguna enfermedad que si pudiera ser grave por el desgaste de esa mala decisión.
Así como decides contratar al arquitecto que diseñará tu casa, al contador que llevará las finanzas de tu empresa, al médico que te curará de esa enfermedad, el decidir por un buen profesional inmobiliario te dará la tranquilidad y armonía en tu vida, ayudando en tomar las mejores decisiones. Ese es el primer paso en el cúmulo de decisiones que te llevarán a una exitosa transacción immobiliaria, ya sea que vendas o compres un inmueble, tanto para el patrimonio familiar como para esa inversión de negocios que estás haciendo.
Porque, al igual que el arquitecto, que el contador o el médico, un profesional inmobiliario se ha preparado, ha estudiado, ha trabajado y sigue trabajando en ello, tiene los conocimientos, habilidades y experiencia para asesorarte, llevarte de la mano a ese objetivo que tienes. En materia inmobiliaria intervienen muchas materias, es multidisciplinaria, ya que involucra conocimientos desde los técnicos, leyes, hasta los métodos de negociación y trato al cliente, para lo cual, al contratar una asesoría inmobiliaria no contratas solo al asesor que te atiende directamente, si no que este se apoya en otros profesionales y profesionistas para realizar su trabajo, así como el médico se apoya en un anestesiólogo, en un radiólogo, en químico-farmacobiólogos, en enfermeras, etc. En el mundo inmobiliario hay muchos profesionistas de carrera, quienes se han especializado en materia de bienes raíces aplicando su formación previa.
Por eso, la próxima vez que estés en la necesidad de contratar quién lleve tu proceso de venta, compra o renta de un bien inmueble, ya sea casa, terreno, departamento, rancho, local comercial, edificio, etcétera, hazlo con alguien que tenga ese profesionalismo y capacidad de prestarte un servicio de primera, porque todos merecemos que se nos atienda de manera personalizada y que nos conduzca al objetivo esperado sin contratiempos ni preocupaciones.
Imágenes generadas por IA
El caso descrito es ficticio y no representa la opinión personal de ningún profesional de la salud. Todos los temas de salud deben ser tratados por un especialista.